jueves, 19 de junio de 2025

CRÓNICA : Break the ice

Entre errores, risas y aprendizaje: una clase que no olvidaré

El primer día de prácticas de conversación en la universidad fue… caótico. Nadie quería hablar. El salón estaba en silencio. Hasta que Pedro rompió el hielo: “Hello, I am Pedro. I like the tacos and my dog is beautiful.” Todos reímos, incluso la profesora.

Pero esa risa fue diferente. No era de burla, era de alivio. Todos sabíamos que en algún momento íbamos a cometer errores parecidos. Ese día, algo cambió. Empezamos a soltarnos, a intentar, a equivocarnos y a aprender. La profesora supo cómo aprovechar ese momento: no corrigió todo al instante, nos dejó expresarnos, y después, con humor, corrigió lo justo. Nos escuchó y nos motivó.

En esa clase usamos juegos, dramatizaciones, canciones. Hablamos más que en todo el semestre anterior. No importaba si cometíamos errores, lo importante era usar el idioma. Al final del curso, no todos éramos expertos, pero sí más seguros. Y eso era mucho.

Esa experiencia me recordó que enseñar inglés no es solo explicar reglas. Es crear un ambiente donde el estudiante se atreva a hablar sin miedo. Donde los errores no se vean como fracasos, sino como parte del camino.

Aprender un idioma es una aventura, no una competencia. Y a veces, lo que más se aprende, es lo que sucede cuando uno se atreve a hablar, aunque no sea perfecto.



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