jueves, 19 de junio de 2025

CRÍTICA : Clases de inglés sin inglés

Clases de inglés sin inglés: una contradicción frecuente

¿Te ha pasado estar en una clase de inglés... donde se habla más español que inglés? No eres el único. Esta contradicción es más común de lo que parece en muchos salones de clases.


Aunque parezca increíble, muchas clases de “inglés” giran en torno a explicar reglas en español, traducir textos y hacer ejercicios gramaticales sin practicar el idioma de manera real. Los estudiantes memorizan estructuras como “present perfect” o “phrasal verbs”, pero cuando necesitan usar el idioma en la vida diaria, se quedan en blanco. Es como aprender a nadar viendo videos, pero sin meterse al agua.

Esta crítica no es solo hacia los profesores. El problema también viene desde los programas educativos, los exámenes estandarizados y, en algunos casos, la presión de mostrar “resultados” medibles. Pero… ¿de qué sirve tener buenas calificaciones si no puedes sostener una conversación sencilla?

Aprender inglés implica equivocarse, hablar, escuchar, repetir. Implica salir de la zona de confort. Se necesitan clases activas, donde el idioma esté presente todo el tiempo: en instrucciones, canciones, juegos, debates, errores y risas.
Si queremos que los estudiantes realmente hablen inglés, debemos enseñar en inglés. Y eso empieza con reconocer que no podemos seguir enseñando una lengua sin permitir que se viva en el aula.



CRÓNICA : Break the ice

Entre errores, risas y aprendizaje: una clase que no olvidaré

El primer día de prácticas de conversación en la universidad fue… caótico. Nadie quería hablar. El salón estaba en silencio. Hasta que Pedro rompió el hielo: “Hello, I am Pedro. I like the tacos and my dog is beautiful.” Todos reímos, incluso la profesora.

Pero esa risa fue diferente. No era de burla, era de alivio. Todos sabíamos que en algún momento íbamos a cometer errores parecidos. Ese día, algo cambió. Empezamos a soltarnos, a intentar, a equivocarnos y a aprender. La profesora supo cómo aprovechar ese momento: no corrigió todo al instante, nos dejó expresarnos, y después, con humor, corrigió lo justo. Nos escuchó y nos motivó.

En esa clase usamos juegos, dramatizaciones, canciones. Hablamos más que en todo el semestre anterior. No importaba si cometíamos errores, lo importante era usar el idioma. Al final del curso, no todos éramos expertos, pero sí más seguros. Y eso era mucho.

Esa experiencia me recordó que enseñar inglés no es solo explicar reglas. Es crear un ambiente donde el estudiante se atreva a hablar sin miedo. Donde los errores no se vean como fracasos, sino como parte del camino.

Aprender un idioma es una aventura, no una competencia. Y a veces, lo que más se aprende, es lo que sucede cuando uno se atreve a hablar, aunque no sea perfecto.



EDITORIAL ¿Traducción automática o enseñanza real? Lo que no debemos olvidar

¿Has notado cómo ahora todo el mundo confía en Google Translate o ChatGPT para traducir cualquier cosa? Parece útil, pero… ¿qué pasa con lo que dejamos de aprender?

En una era donde lo automático parece más rápido, muchas personas están dejando de esforzarse por aprender inglés de verdad. ¿Para qué estudiar si una app puede traducirlo todo en segundos? Pero como estudiantes (y futuros docentes) de Lengua Inglesa, no podemos caer en esa trampa. Aprender un idioma no se trata solo de traducir palabras; se trata de entender ideas, emociones, culturas.


La traducción automática no capta los matices. No entiende el humor, la ironía o las diferencias culturales. Por ejemplo, una máquina puede traducir “I’m feeling blue” como “Estoy sintiéndome azul”, sin comprender que realmente significa “Me siento triste”. Sin contexto, el idioma se convierte en una lista de equivalencias vacías.

Además, enseñar inglés no es repetir reglas ni depender de traductores, sino formar a personas capaces de comunicarse, adaptarse y comprender al otro. La enseñanza real no puede ser reemplazada por ningún algoritmo.

No se trata de negar la tecnología, sino de no depender completamente de ella. Porque si olvidamos el proceso de aprender, también olvidamos lo humano del lenguaje.

En un mundo cada vez más automático, elegir aprender sigue siendo un acto valiente. Y tú, ¿qué estás construyendo con el inglés que aprendes?



martes, 17 de junio de 2025

El inicio del aprendizaje; La interlengua

¿Alguna vez viste una serie en otro idioma y, aunque entendías casi todo, te costaba horrores decir una frase parecida? 

No estás solo. Hay una razón por la que “entender” y “hablar” no siempre van de la mano: se llama procesamiento de input y output. 

Cuando aprendemos una lengua, no solo estamos memorizando palabras sueltas: estamos desarrollando un sistema mental para entender y producir ese idioma. Uno de los modelos más conocidos para explicar este proceso es el de Bill VanPatten, quien propuso que el aprendizaje de una lengua ocurre principalmente a través del input —es decir, lo que escuchamos y leemos— y que el output —lo que hablamos y escribimos— viene después, como resultado de lo que ya hemos procesado internamente. 

Stephen Krashen, uno de los expertos más reconocidos en adquisición de lenguas, propuso la Hipótesis del Input. Según esta idea, para aprender un segundo idioma lo más importante no es hablar desde el primer día, sino recibir input comprensible, es decir, mensajes que puedes entender. Ver series, escuchar podcasts, leer historias... todo eso alimenta tu cerebro con el idioma, y tu mente comienza a hacer conexiones, incluso sin que te des cuenta. 


Por otro lado, Bill VanPatten desarrolló el modelo de procesamiento de input y output, que complementa esta idea. Para él, el aprendizaje empieza con un buen input: nuestro cerebro necesita esa “materia prima” para poder construir luego el output, es decir, lo que hablamos o escribimos. Pero no es inmediato. Entender primero y producir después es lo normal.

Así que no te frustres si puedes entender a tu banda favorita en inglés pero no sabes cómo pedir un café en ese idioma: tu cerebro está trabajando. Solo necesitas más exposición y práctica. Y cuando empieces a hablar —aunque cometas errores—, estarás fortaleciendo aún más lo que has aprendido. Entender este proceso nos libera de la presión de “hablar perfecto ya” y nos invita a disfrutar más del camino. Así que no subestimes el poder de una serie, un buen podcast o una conversación sencilla. Todo suma. Y sí, equivocarse también es parte del aprendizaje. Al final, procesar bien el input y atreverte al output es lo que te acerca, paso a paso, a dominar un nuevo idioma. 

Así que la próxima vez que veas una serie o escuches un podcast en otro idioma, recuerda: estás alimentando tu input y preparando el terreno para un mejor output.

El inicio del aprendizaje; La interlengua

¿Te has sentido frustrado intentando hablar otro idioma y soltaste algo como “yo tener hungry”? 

Tranquilo, eso no significa que estés fallando… en realidad, estás en pleno proceso de aprendizaje. Y eso tiene nombre: interlengua. 

Cuando aprendemos un nuevo idioma, no pasamos mágicamente de “no saber nada” a hablarlo perfecto. En medio, existe una etapa fascinante llamada interlengua. Es ese sistema temporal que creamos mientras tratamos de usar una lengua extranjera. Mezclamos palabras, inventamos reglas, usamos estructuras del idioma que ya conocemos… y aunque no sea “correcto” del todo, nos permite comunicarnos.



Piénsalo así: estás aprendiendo inglés y dices “I have 25 years”. ¿Error? Sí. Pero también es una lógica interna: tomaste la estructura del español (“tengo 25 años”) y la aplicaste al inglés. La interlengua es eso: una construcción propia, en evolución constante, que refleja nuestro esfuerzo por entender y hacernos entender.

En un mundo donde aprender idiomas es más necesario que nunca —ya sea para viajar, trabajar, estudiar o simplemente ver series sin subtítulos—, entender cómo funciona este proceso es clave. Saber que equivocarte no significa que vas mal, sino que estás aprendiendo, puede cambiar por completo tu actitud hacia los idiomas. Aprender una lengua es más que memorizar reglas: es atravesar un camino lleno de intentos, tropiezos y creatividad. Y la interlengua es la prueba de que estás en movimiento.

Así que la próxima vez que mezcles idiomas o inventes palabras, recuerda: no es un error, es una etapa. Y vas por buen camino.

Fosilización y Estructura Psicológica Latente

 ¿Qué tiene que ver tu “yo interior” con aprender idiomas?

¿Alguna vez te has preguntado por qué a unas personas se les da tan fácil aprender otro idioma, mientras que a otras les cuesta un mundo? Tal vez no se trate solo de tiempo o práctica. Hay algo más profundo en juego: lo que algunos especialistas llaman la estructura psicológica latente. 

No todo está en los libros (ni en la app de moda) 

Cuando aprendemos una lengua, no solo memorizamos vocabulario o reglas gramaticales. Detrás de todo eso hay una especie de “mapa interno” que nos guía sin que nos demos cuenta. Esta estructura psicológica latente es como un conjunto de filtros mentales que organizan cómo percibimos, entendemos y producimos el lenguaje. Es lo que nos hace notar patrones, anticipar significados o incluso evitar errores… sin saber exactamente cómo lo hacemos. Este fenómeno se puede comprender mejor en el siguiente video de Youtube. Da click aquí 

Por ejemplo, si ya hablas español y aprendes italiano, notarás que muchas palabras suenan familiares. No es solo suerte: tu mente ya tiene una base, una estructura latente, que te ayuda a conectar los puntos. En cambio, si te lanzas al japonés, ese 

mapa tendrá que ajustarse bastante más. Pero no te preocupes: con práctica, ese sistema interno se va afinando. 

La emoción también cuenta 

Además, nuestras emociones, motivaciones e incluso experiencias pasadas juegan un papel clave. ¿Te sentiste frustrado aprendiendo inglés en el colegio? Tal vez eso quedó grabado en tu estructura latente, haciéndote más resistente sin que lo notes. Por eso, crear entornos positivos, sin miedo al error, es fundamental para que esa estructura trabaje a tu favor y no en tu contra. 

Lo invisible también importa 

Entender que el aprendizaje de lenguas no es solo repetir frases, sino también cuidar lo que pasa por dentro, puede marcar la diferencia. A veces, cambiar la manera en que nos sentimos respecto a un idioma es el primer paso para hablarlo con más confianza. 

Si te interesa saber cómo influye lo psicológico en aprender lenguas, podrías explorar más sobre motivación en el aprendizaje o errores como parte del proceso.

Fosilización y Estructura Psicológica Latente

 ¿Por qué sigues diciendo “he go” aunque llevas años estudiando inglés?


Imagina que llevas practicando un idioma por mucho tiempo, pero hay ciertos errores que simplemente no se van. No importa cuántas veces te los corrigen, ahí siguen. Esto tiene un nombre (y no es mala suerte): fosilización lingüística. 

Cuando el error se queda a vivir contigo 

La fosilización ocurre cuando un error en el aprendizaje de una lengua se vuelve permanente o muy difícil de corregir. Es como si tu cerebro dijera: “esto ya lo aprendí así, y así se queda”. Puede pasar con la pronunciación, con la gramática o incluso con expresiones que 

aprendimos mal desde el principio. Por ejemplo, decir "he have" en lugar de "he has" o usar "actual" en inglés queriendo decir "currently" (cuando en realidad significa real o verdadero). Este video muestra algunos de los errores más comunes que arrastramos durante el proceso de interlengua como hispanohablantes: 

Lo curioso es que esto no solo le pasa a principiantes. Incluso personas que han vivido años en otro país pueden mantener ciertos errores, porque su forma incorrecta ya quedó “fosilizada” en su mente. ¿Por qué sucede? A veces por falta de retroalimentación, otras por la comodidad de comunicarse “lo suficientemente bien”, o simplemente porque el error se repite tanto que el cerebro lo automatiza. 

¿Tiene solución? A veces sí, pero… 

La buena noticia es que algunos errores fosilizados pueden corregirse, pero requieren mucha conciencia y práctica deliberada. No basta con repetir; hay que prestar atención a lo que decimos, recibir correcciones y, sobre todo, tener la voluntad de cambiar lo que ya creemos saber. Es como intentar enderezar una rama que ha crecido torcida: posible, pero toma tiempo. 

Hablar bien también es atreverse a cambiar 

La fosilización nos recuerda que aprender una lengua no es solo acumular conocimiento, sino también revisar, ajustar y estar dispuestos a desaprender. Así que la próxima vez que notes un error recurrente, no te frustres: obsérvalo como una pista de lo que tu cerebro dio por aprendido… y decide si quieres reescribir esa parte. 

Si te interesa mejorar tu forma de aprender idiomas, puedes explorar más sobre errores comunes o cómo corregir hábitos lingüísticos.



lunes, 16 de junio de 2025

¿Error o equivocación? Lo que tu inglés quiere decirte

 ¿Alguna vez dijiste algo en inglés y, al instante, supiste que estaba mal? 

O tal vez dijiste “He has 20 years” sin darte cuenta de que algo no sonaba del todo bien. Tranquilo, eso le pasa a todos. Y, de hecho, puede enseñarnos mucho sobre cómo aprendemos.

Cuando estamos aprendiendo una segunda lengua como el inglés, no todos los errores son iguales. Algunos los cometemos sin querer: son equivocaciones (“mistakes”) que podemos corregir si prestamos atención. Otros, en cambio, se repiten porque en realidad creemos que están bien. Esos son errores más profundos (“errors”) y nos revelan cómo estamos construyendo nuestro propio sistema de la lengua.

Imagina que tu mente está armando un rompecabezas. A veces pone piezas donde no van, pero no se da cuenta hasta que avanza más. En la lingüística, esto se conoce como interlengua: el sistema provisional que un estudiante construye mientras aprende. En ese camino, los errores son señales, no fracasos. Nos muestran en qué punto del aprendizaje estamos y qué necesitamos reforzar.

Así que la próxima vez que digas algo mal en inglés, no te castigues. Pregúntate: ¿fue un descuido o es algo que debo revisar mejor? Aprender no es evitar errores, sino entenderlos y usarlos a nuestro favor.



Stephen Krashen y el poder de aprender sin darnos cuenta

 ¿Te ha pasado que aprendiste una palabra nueva sin buscarla? 

Tal vez viendo una serie, escuchando música o leyendo memes en inglés. Si te suena familiar, estás viviendo en carne propia una de las teorías más famosas sobre cómo aprendemos idiomas.
Stephen Krashen, un investigador que ha influido mucho en la enseñanza del inglés, dice que no aprendemos una lengua repitiendo reglas todo el día. Lo que más funciona, según él, es comprender mensajes. Es decir, estar expuestos a inglés que podamos entender, aunque no lo dominemos todo. A eso lo llama “input comprensible”.

¿Y cómo se logra eso? Escuchando cosas que nos gustan y que están un poquito por encima de nuestro nivel. Como ver una serie con subtítulos en inglés o leer cómics sencillos. Según Krashen, cuando nos sentimos relajados y motivados, nuestro cerebro absorbe el idioma casi sin darnos cuenta. Por eso también habla de la hipótesis del filtro afectivo: si estamos nerviosos o aburridos, aprendemos menos.

En resumen: no todo el aprendizaje pasa en el salón de clases. A veces, lo mejor que puedes hacer por tu inglés es poner tu canción favorita, abrir una serie y disfrutar. Aprender puede ser más natural (y divertido) de lo que creías.






CRÍTICA : Clases de inglés sin inglés

Clases de inglés sin inglés: una contradicción frecuente ¿Te ha pasado estar en una clase de inglés... donde se habla más español que inglés...